miércoles, 14 de enero de 2015

-- Consume o Revienta.

     Desde la cal que te va a criar la resistencia de la lavadora hasta el alza bursátil que alcanzará tu índice de colesterol -sin dejar de lado, amigo, las micropartículas cancerígenas que te arruinarán la vida o los gérmenes letales que acortarán tus días-, todo, todo, todo en la Publicidad de hoy es intimidación.
    
     Al mundo, a fin de cuentas, lo guía el Miedo más que el Sexo. Ni falta que hace ser banquero, economista o sacerdote para saberlo.
    
     Un título de publicista, es más que suficiente.
    
     Sigmund Freud -que según Jose Luis Coll debía de andar con la cabeza en los huevos o con los huevos en la cabeza, vaya usted a saber-, llegó a creer con absoluta convicción que el Sexo lo era todo. Sigmund Freud, como la paloma, se equivocó de medias a medias. Sigmund Freud no tenía televisor. El Miedo.
    
     El Miedo es el que guía a la Humanidad. ¿Y miedo a qué...?, te preguntarás.  Hay donde elegir: apocalipsis maya, año 2015, eclipses intempestivos, apagones internáuticos, vida en Marte, el 666 número del Diablo, el átomo, el Universo, el tráfico, el vecino, ¿quieres más?
    
     ¡Enciendan la tele, desentiéndanse del mando, olviden el mundo, entrevénense de anuncios... y sentirán que una mano helada les acaricia la nuca!
    
     Porque la rubia del culete prodigioso que hasta ahora nos vendía el último modelo de utilitario, ya no está. En su lugar, una voz en off -¡uff!- nos previene del testarazo que vamos a meternos, ¡ay!, como nuestro vehículo no tenga barras de protección lateral ni reposacabezas homologado por la Comunidad Europea.
    
     Ya no está, no, la adolescente que se cepillaba las paletas antes de irse a dormir, con su camisoncito de tirantas. Un mojón. Hoy un tipo siniestro que gasta perilla y bata blanca, nos tilda de guarrísimos, menea un dedo delante de nuestras narices y nos reprocha la placa de sarro bacteriana que nos enfosca la dentadura, que ya veréis, viene a decir, que ya veréis lo que os dura la boca, graciosos.
    
     Se fue la madre sensual que fregoteaba su vajilla en soleada cocina y viene hoy a la pantalla una vieja hipocondríaca que clama, ¡cuidadooo!; y grita, ¡¿sois tontos?!; y te abronca: ¿pues no ves, cacho guarro, que dejas unos restos de suciedad en los platos que terminarán inexorablemente propagando la salmonella por el barrio y parte del extrarradio, so mandril, so loco...? ¿En qué piensas, criatura?
   
     El sexo ya no vende, que alguien corra y se lo diga al Almodóvar.
   
     Adios a la morena que pisaba con garbo, a la grupa de su fregona... Temblemos ahora con la cara de criminal del mayordomo impecable -¿familia de Robespierre?- que nos arquea una ceja y se nos queda mirando con cara de asco, que nos llama malospadres, degenerados, infanticidas; que sólo a nosotros se nos ocurre limpiar los azulejos de la cocina con semejante cultivo de gérmenes letales, ¿o es que no nos da nada por el cuerpo jugar con la salud de nuestros hijos y propagar por el piso semejante cantidad de hidrocloritos y microbacilos orgánicos como propagamos? ¿Somos tontos o qué?
    
     Y las niñas de las compresas, ¡ah...!, tililan de felicidad por el ancho mundo. Ellas, sí. El nuevo salva slip les permite respirar entre otras cosas, filosofar, leer a Kant y a Aristóteles, realizarse y comer de todo.
    
     Si el champú que usas no contiene camonilas licuo-refractantes ni pomelos frescos del valle de Arán, vas a cagarla, machote: la cabeza se te quedará como una pera de agua, la grasa te chorreará de las patillas y un alud de caspa te dejará ciego de la noche a la mañana.
    
     Al gato o al perro o al canario o a la tortuga, te los cargas con la porquería que les echas de comer, terrorista. Ya verás, chulo, cuando se entere la protectora.
    
     El abuelo te dura dos días si te empeñas en darle la leche entera en vez de inflarlo con chutes de actimel.
    
     Te pondrás gorda, mujer del milenio, y amarranada de grasas como no cambies pronto la marca de tus quesillos en porciones.
    
     La caries te cangrenará la boca -y una buena porción de tráquea- si sigues usando semejante dentrífico de oferta.
    
     El colesterol, en las noches de luna llena, te hará levitar.
    
     Bacterias y microalgas se te instalarán en la salita y los dormitorios.
    
     Amebas como pollos de granja te van a perseguir por los pasillos de la casa, insaciables. Y nada conseguirás corriendo.
    
     Los trogocélidos galopantes te acechan. Te espían.
    
     El hipo-fosfito cáustico sabe ya dónde vives.
    
     Morirás antes de tiempo, en suma, si no haces desde hoy una compra inteligente.
    
     Consume o revienta. Bienvenido al Pasaje del Terror.



    






8 comentarios:

  1. Pues sí, cuánto daño han hecho las críticas a la publicidad "sexista" :D y espera que empiecen con los perfumes, que hasta ahora siempre vienen con tías, y ojo, con tíos también, de buen ver, seguramente empezarán ahora con las consecuencias de NO echarte su perfume, osea, Torrente.

    Saludos.

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    1. Sí, ya espero con gozo los nuevos anuncios de esos camioneros parados en el arcén de la carretera, con los triangulitos puestos, por descontado, aprovechando un descanso para depilarse las piernas con la nueva "pilosun for mens"... Porque tú lo vales y tu camión te lo agradecerá.
      Jaja, un abrazo, compañero.

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  2. Este sistema insaciable terminara con el planeta.
    Reventaremos como bien dices, mas lo haremos acicalados y peripuestos.
    Nos iremos con lo mejor, y los que están por venir denominaran nuestro paso " LA ERA DE LA ESTUPIDEZ"
    La verdad que da vértigo pensar a donde nos puede conducir este desenfreno , fríamente calculado, planificado y con un solo objetivo : Lucro.
    Mejor no hablamos de los que nunca sabrán que se come todos los días , y muchos hasta cinco veces. Pero esto, ya es otro cantar.
    Muy acertado tu escrito ÑAO . Enhorabuena, ya pasas de las 5000 visitas. Un abrazo.

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    1. Es cierto, demasiados anuncios para evitar las digestiones pesadas... ignorando que hay gente que hace la digestión dos veces a la semana. Es lo que tenemos. Prohibieron los anuncios del tabaco y del alcohol mirando por nuestra salud, pero no miran del mismo modo por nuestro orgullo herido y nos endiñan anuncios de cochazos lujosos, vacaciones en el Caribe o pantallas de plasma del tamaño de una puerta de garaje.
      Las generaciones venideras podrán mirar atrás y encontrar inspiración para cientos de blogs de humor.
      Un abrazo, nao.

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  3. Ja ja, que bueno! ¿Qué decir del último del champú anticaspa gracias al cual el tipo consigue la seguridad en sí mismo para triunfar y seguir adelante con su vida?
    ¿Y el último de tráfico? lo vi ayer...ya hemos conseguido que no corras, no uses el móvil bla bla bla, ahora nos falta conseguir que pares a descansar...no, lo que falta por conseguir es que deje de usar el coche porque terminaré llegando antes a pie.
    La publicidad da para mogollón de post

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    1. La publicidad da para más que post, da para reflexionar seriamente sobre la galopante estupidez humana.
      Y de los pocos anuncios en los que he llegado a creer, sólo acierta el del activia... Porque mira nuestros políticos: lo toman con tal asiduidad, que cada día nos sorprenden con una nueva y clamorosa cagada.
      Un abrazo muy afectuoso, compañera.

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  4. Gloria Rosa Bermejo14 de enero de 2015, 13:20

    ¿Y cuando meten sexo sin venir a cuento? Por ejemplo, en el anuncio del famoso quitagrasas (no pongo nombres, no sea que encima nos quieran cobrar el copirrait), que vamos, con el pestazo que suelta eso, la inspiración que tendrá la pareja del susodicho anuncio para ponerse como se ponen. Que sí, que tienes toda la razón, que el miedo vende más, que sin miedo, todos acabaríamos cubiertos de gérmenes, estreñidos, feos y resfriados. Un abrazo, que eso sí que no me da miedo dártelo

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    1. Jaja, los del quitagrasas son unos cochinos: cuidado cómo me dejan la cocina, que parece que han hecho la cena en una hormigonera. Me alegra siempre verte por aquí, cielo. Y ese abrazo, sin miedo, por supuesto, con toda confianza.

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